Gigantes y cabezudos es una zarzuela en un acto y tres cuadros, con libreto de Miguel Echegaray y Eizaguirre y música del maestro Manuel Fernández Caballero. Se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, con gran éxito, el martes 29 de noviembre de 1898. La escena comienza en el mercado de Zaragoza, en donde Pilar, una bella aragonesa, tras discutir con una de las verduleras y venir a rescatarla el sargento municipal, esta le confiesa que su novio, Jesús, que está en la Guerra de Cuba, le ha enviado una carta y ella no la puede leer porque no sabe. El sagaz sargento, que también está enamorado de la chica, se inventa la historia de que su novio se ha casado en Cuba. «Los aragoneses somos Gigantes por nuestra fuerza de voluntad y Cabezudos por nuestra tozudez», canta ella misma.
Por el otro lado, su novio regresa de Cuba, acompañado de un grupo de compañeros soldados (Escena Coro de Repatriados) y habla con su amigo el Sargento, que le dice que Pilar se ha casado y Jesús, también muy tozudo, afirma que, a pesar de todo, se casará con ella.
Pilar, que no acaba de creer lo que el sargento le había contado, se encuentra con él en las verbenas del Pilar y, para cerciorarse de que no le ha mentido, le vuelve a pedir que le lea una carta —esta vez sí conoce el contenido—. El Sargento, fiel a su engaño, llega a decirle que Jesús no volverá porque ha muerto en la guerra. Esta mentira enfada a Pilar, que intenta agredir al municipal. Éste, a la vista de verse descubierto, confiesa toda la verdad, y Pilar, comprensiva, le perdona. El momento cumbre de la obra viene luego cuando, a la salida de la procesión, Pilar y Jesús se vuelven a encontrar.